sábado, 5 de marzo de 2011

VOLVIENDO A CASA

Cuando era niño, uno de mis pasatiempos favoritos era caminar por

el riachuelo detrás de nuestra casa. Esas caminatas significaban

una gran aventura para mí: saltar rocas, observar aves, construir

presas, seguir rastros de animales. Si lograba llegar a la

desembocadura, mi perro y yo nos sentábamos a compartir el almuerzo

mientras mirábamos aterrizar aviones del otro lado del lago. Nos

quedábamos todo el tiempo posible, pero sólo hasta el atardecer,

pues mi padre me quería de vuelta en casa antes de la noche. En el

bosque, las sombras alargaban y la hondonadas se oscurecían

rápidamente. Durante todo el camino de vuelta, anhelaba ya estar en

casa.


Nuestro hogar estaba sobre una colina detrás de unos árboles, pero

la luz siempre permanecía encendida hasta que llegara toda la

familia. A menudo, mi padre se sentaba en el porche de atrás y leía

el periódico mientras me esperaba. "¿Cómo te fue?", preguntaba.

"Bastante bien", le decía, " pero qué bueno estar en casa".


Estos recuerdos me hacen pensar en otro viaje, el que estoy

haciendo ahora. No siempre es fácil, pero sé que al final me

esperaba mi padre bondadoso y mi hogar eterno. Estoy ansioso por

llegar.


Me están esperando. La luz están encendida y mi Padre celestial me

espera. Supongo que me preguntará, así como mi papá solía hacerlo:

"¿Como te fue?" "Bastante bien", le diré, "pero qué bueno estar en

Casa".


Para el cristiano el cielo se deletrea C-A-S-A. -DHR


Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria.

Salmo 73:24


Fuente: Nuestro Pan Diario, Publicaciones RBC

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